Existen relaciones de las cuales nos cuesta zafarnos, sea por costumbre, comodidad, círculo vicioso o simplemente porque la conexión es más fuerte que cualquier explicación psicológica, especialidad del área de la salud que necesitaríamos si no aprendemos a decir “Basta” y buscamos una tijera y cortamos ese bendito hilo que nos ata y muchas veces corta nuestra circulación evitándonos seguir adelante con otra persona que no te ate emocionalmente, psíquicamente, locamente, maniáticamente y todo que tenga que ver con la mente.
Ahora
bien, comenzaré relatándoles mi historia pero antes colocaré que es el famoso
hilo rojo, corta y pega como bachillerato, acá les dejo la explicación que da
mi estimado Wikipedia (Un hilo rojo
invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar
tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca
romper») espero hayan leído atentamente,
porque luego no quiero confusiones con que
era sobre un hilo dental rojo (prenda íntima) que me ato eternamente. Ya
informadas con lo que es el hilo rojo, comienzo con mi historia.
Hace 13 años, estaba comenzando dentro del ambiente, risueña,
angelical, profundamente soñadora, idealizaba un mundo mejor “la paz mundial”,
ustedes me entienden, todas comenzamos como ángeles caídos del cielo por el
tobogán arcoíris. Me dirijo al interior del país, a la ciudad de las naranjas chinas,
limón francés, en esa ciudad tan famosa por su comunidad gay conozco a la más
prometedora, emprendedora y apasionada muchacha, la llamaremos “fruta
prohibida”, ella tenía pareja y obvio que yo también, “si te vas a meter un lio
hazlo por lo grande”, pero yo era para la época muy inocente y que nadie diga
lo contrario , esa inocencia se acabó cuando fruta prohibida me hace saber que
le agrado, desde ahí comenzó el hilo rojo a apretar, en menos de 5 min
estábamos en el ascensor proyectando la más sexy escena lésbica de un beso
prohibido.
Ella siempre se ocupó de hacerme saber que le gustaba pero
eran solo difusas palabras , durante estos 13 años siempre nos encontrábamos,
teníamos los más excitantes experiencias cuerpo a cuerpo, vivíamos en una
excitación constante si nos tropezábamos nuevamente por el camino, todo fluía
de manera que sentíamos que nos conocíamos desde que nacimos.
Los primeros años fueron orgásmicos, no faltaba encuentro
en donde terminábamos en cualquier parte de la casa conectándonos más y más,
poco a poco nuestras conversaciones se convirtieron en interrogatorios sublimes
indagando si la otra sentía lo mismo, si
sentía que había algo más que solo sexo, pero durante muchos años ninguna fue
capaz de aceptar que el hilo nos unió y molestaba sabernos con alguien más,
solo nos poníamos una vendas en los ojos mientras explorábamos otras mujeres.
Ya mucho más maduras, más cercanas geográficamente,
nuestros encuentros fueron más fuertes, ya los besos no eran medios para
excitar sino que ya tenían sentimientos en ellos, cada beso le hacía más nudos
al hilo, se fue enredando poco a poco pero una de ellas estaba comprometida
emocionalmente con alguien más, mi manera de sobrevivir a un posible despecho
fue cortar ese hilo, ella luchando para quitarme la tijera, evitando a toda costa cortar eso
que nos unía.
El hilo ya se rompió por un extremo, cada quien tomara su
camino, preservando la salud emocional de cada una, no es sano estar y no
estar, ser o no ser, sentir y no sentir. El famoso hilo rojo nos enseñó
muchísimas cosas pero hasta los momentos no quiero coserme ni las medias rotas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario