lunes, 10 de agosto de 2015

Con o sin ti, puedo ser Feliz…



                                                  

Yo hoy decidí contarles una triste historia de mi vida, pero antes debo confesar que al analizar mi pasado con los conocimientos que ahora tengo sobre el amor, NO me he enamorado, solo me he apegado a mis parejas, porque eso de que sientas que no puedes vivir sin ella, es mentira, Sí se puede. Mi última relación disfuncional, porque así la llamábamos mi Pony y yo, es que no pegábamos ni con pega loca, éramos tan distintas, pero había algo que nos ataba “El Señor Apego”, nos veíamos esporádicamente por tener vidas complicadas, ella padecía de diabetes Mellitus tipo 1, su páncreas no funcionaba  desde los 8 años de edad y por ende no producía  insulina, cuando nos conocimos  me lo contó y yo por voluntad propia decidí ser su bastón, su muleta, su mamá.


Aunque sabíamos que no debíamos estar juntas, porque nuestros caminos iban en direcciones opuestas, luchábamos diariamente con lo que sentíamos, cada quien sentía algo no había duda, pero en realidad no era Amor, era un inmenso apego, ella se sentía protegida a mi lado, se conformaba con tan solo largas horas de charlas telefónicas, por mi parte  me sentía llena sabiendo que podía cuidar de alguien, estoy segura que solo llenaba vacíos por no tener hijos.

Mi Pony era una niña muy especial, escritora de corazón, optimista, con un miedo terrible a la muerte, con unas ganas inmensas de vivir, pero cobarde por nunca querer dar más de lo que podía, discutíamos muchísimo pues no soy tolerante a las relaciones a distancia, me parece una forma de torturase sin necesidad. Así que nos pasamos 2 años en ese conflicto emocional, muchas veces terminamos, pero el miedo a estar solas nos hacía reincidir y aceptar a regañadientes lo que nos molestaba, sentíamos que había una conexión del más allá, que nuestras almas debían estar para siempre juntas, así termináramos, debíamos estar atadas, era comprensible puesto que  en varias oportunidades vivimos momentos muy fuertes, sobre todo cuando su salud decaía gravemente, esta Comae suya de ustedes parecía una velita, encendida toda la noche,  a su lado, sin dejar de velar su sueño, sin dejar de tomar su mano, sin apartarse ni un segundo. Sentía que no podía vivir sin ella, que moriría si partía de este mundo.

Era muy difícil para mí dejarla de ver hasta por 2 meses, ya no me llenaban las llamadas, ni las conversaciones por Skype, yo quería más, ella fue clara cuando me dijo que eso era lo que podía ofrecerme,  y simplemente un 21 de noviembre decidí llenarme de valor y dejarla, mi Pony me decía que no, que debíamos seguir hasta enero, que pasáramos las navidades juntas y en familia, no acepté, ya me había cansado de no verla en persona.


Tratamos de ser amigas esos días siguientes, me importaba muchísimo su salud, pero fue imposible, ella tenía mucha rabia y yo un dolor inmenso por haberla dejado, así que decidimos cortar cualquier comunicación. Hasta que 2 meses después, exactamente el 22 de diciembre me llamó su madre, preguntando donde estaba yo, que la Pony estaba delicada de salud y que le extrañaba mi ausencia, en ese momento mi corazón se aceleró y corrí hasta la clínica para verla, cuando llegué la vi tan decaída, pero en sus ojos había dolor, tristeza y rencor, recuerdo que me trató malísimo y al salir el sol me marché, tan solo diciéndole “Espero que te mejores” con su respuesta tan poco cariñosa en ella “Gracias”. 

Qué dolor tan grande sentí dejarla, pero mi Ego no me dejo más opción. Estuve al pendiente por medio de su mami esa noche, ya era Navidad y mi regalo fue que sus pulmones habían dejado de funcionar y estaba en terapia intensiva, esta vez volé hasta llegar, fue terrible verla conectada a todos esos aparatos, inconsciente, no la podía ayudar, ni siquiera sostener como siempre su mano, pasaron muchos días y yo me negaba a separarme de su lado, jamás había rezado tanto, jamássss… Un milagro sucedió 3 semanas después, despertó y fue traslada a una habitación, que alegría sentí, es que no puedo describirles esa emoción, por fin y después de tantos días angustiosos pude tomar su mano, ya su mirada era de ángel, tan dulce, tan queriendo decir “TE QUIERO, GRACIAS POR ESPERARME”. Pero ese 24 de enero mientras le preparaba una sopa y con la promesa de quedarme a su lado esa noche, recibí el mensaje más inesperado  de toda mi vida: Se marchó, nos dejó….

Un dolor inmenso en el alma sentí, partió sin poderme despedir, pero comprendí que era su destino, que no podía vivir así.
Amén sin Apegos…
Dedicada a ti, desde aquí hasta el cielo mi K.F.Q.B.


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