Yo hoy decidí contarles una triste historia de mi vida, pero antes debo confesar que al analizar mi pasado con los conocimientos que ahora tengo sobre el amor, NO me he enamorado, solo me he apegado a mis parejas, porque eso de que sientas que no puedes vivir sin ella, es mentira, Sí se puede. Mi última relación disfuncional, porque así la llamábamos mi Pony y yo, es que no pegábamos ni con pega loca, éramos tan distintas, pero había algo que nos ataba “El Señor Apego”, nos veíamos esporádicamente por tener vidas complicadas, ella padecía de diabetes Mellitus tipo 1, su páncreas no funcionaba desde los 8 años de edad y por ende no producía insulina, cuando nos conocimos me lo contó y yo por voluntad propia decidí ser su bastón, su muleta, su mamá.
Aunque
sabíamos que no debíamos estar juntas, porque nuestros caminos iban en
direcciones opuestas, luchábamos diariamente con lo que sentíamos, cada quien
sentía algo no había duda, pero en realidad no era Amor, era un inmenso apego,
ella se sentía protegida a mi lado, se conformaba con tan solo largas horas de
charlas telefónicas, por mi parte me
sentía llena sabiendo que podía cuidar de alguien, estoy segura que solo
llenaba vacíos por no tener hijos.
Mi
Pony era una niña muy especial, escritora de corazón, optimista, con un miedo
terrible a la muerte, con unas ganas inmensas de vivir, pero cobarde por nunca
querer dar más de lo que podía, discutíamos muchísimo pues no soy tolerante a las
relaciones a distancia, me parece una forma de torturase sin necesidad. Así que
nos pasamos 2 años en ese conflicto emocional, muchas veces terminamos, pero el
miedo a estar solas nos hacía reincidir y aceptar a regañadientes lo que nos
molestaba, sentíamos que había una conexión del más allá, que nuestras almas
debían estar para siempre juntas, así termináramos, debíamos estar atadas, era
comprensible puesto que en varias
oportunidades vivimos momentos muy fuertes, sobre todo cuando su salud decaía
gravemente, esta Comae suya de ustedes parecía una velita, encendida toda la
noche, a su lado, sin dejar de velar su
sueño, sin dejar de tomar su mano, sin apartarse ni un segundo. Sentía que no
podía vivir sin ella, que moriría si partía de este mundo.
Era
muy difícil para mí dejarla de ver hasta por 2 meses, ya no me llenaban las
llamadas, ni las conversaciones por Skype, yo quería más, ella fue clara cuando
me dijo que eso era lo que podía ofrecerme,
y simplemente un 21 de noviembre decidí llenarme de valor y dejarla, mi
Pony me decía que no, que debíamos seguir hasta enero, que pasáramos las
navidades juntas y en familia, no acepté, ya me había cansado de no verla en
persona.
Tratamos
de ser amigas esos días siguientes, me importaba muchísimo su salud, pero fue
imposible, ella tenía mucha rabia y yo un dolor inmenso por haberla dejado, así
que decidimos cortar cualquier comunicación. Hasta que 2 meses después,
exactamente el 22 de diciembre me llamó su madre, preguntando donde estaba yo,
que la Pony estaba delicada de salud y que le extrañaba mi ausencia, en ese
momento mi corazón se aceleró y corrí hasta la clínica para verla, cuando
llegué la vi tan decaída, pero en sus ojos había dolor, tristeza y rencor,
recuerdo que me trató malísimo y al salir el sol me marché, tan solo diciéndole
“Espero que te mejores” con su respuesta tan poco cariñosa en ella “Gracias”.
Qué dolor tan grande sentí dejarla, pero mi Ego no me dejo más opción. Estuve
al pendiente por medio de su mami esa noche, ya era Navidad y mi regalo fue que
sus pulmones habían dejado de funcionar y estaba en terapia intensiva, esta vez
volé hasta llegar, fue terrible verla conectada a todos esos aparatos,
inconsciente, no la podía ayudar, ni siquiera sostener como siempre su mano,
pasaron muchos días y yo me negaba a separarme de su lado, jamás había rezado
tanto, jamássss… Un milagro sucedió 3 semanas después, despertó y fue traslada
a una habitación, que alegría sentí, es que no puedo describirles esa emoción,
por fin y después de tantos días angustiosos pude tomar su mano, ya su mirada
era de ángel, tan dulce, tan queriendo decir “TE QUIERO, GRACIAS POR ESPERARME”.
Pero ese 24 de enero mientras le preparaba una sopa y con la promesa de
quedarme a su lado esa noche, recibí el mensaje más inesperado de toda mi vida: Se marchó, nos dejó….
Un
dolor inmenso en el alma sentí, partió sin poderme despedir, pero comprendí que
era su destino, que no podía vivir así.
Amén
sin Apegos…
Dedicada
a ti, desde aquí hasta el cielo mi K.F.Q.B.
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