miércoles, 2 de septiembre de 2015

Pásame la botella …


No olvido esa tarde lluviosa en un café muy conocido de mi ciudad capital, allí estaba ella; una niña bellísima (La portuguesita) cuando la vi me flecho,  estaba soltera, pues la pareja de mi amiga ”Cocosette” la había dejado. Resulta que la portuguesita no quería tener ningún tipo de vínculo con una mujer (Carcajadas), ya no quería ser lesbiana. Desde ese momento me convertí en un Don Juana, sin saber cómo era bien el asunto ese de atacar a alguien, le pedí su correo y todas las mañanas le envía flores virtuales, la segunda vez que la vi me dio  su número y por supuesto yo religiosamente le daba los buenos días, le deseaba buen provecho, maravillosa tarde, feliz noche, descansa, hasta mañana.

De verdad que me gustaba mucho, el corazón a mil por horas cada vez que la veía. Hicimos un grupo de 4, mi amiga, su nueva novia, la ex de la nueva novia de mi amiga (la portuguesita) y yo. Salíamos a todas partes juntas, nos quedábamos a dormir y era la gloria para mí, amanecer tomadas de la mano, hablamos de todo y yo no me atrevía a decirle que me gustaba. Sentía que no era el momento oportuno, me gastaba el sueldo entero en obsequios, el día de su cumpleaños le regale un ramo gigante de rosas rojas, con un peluche y bombones de chocolates (Endeudada por 3 meses), Risas.

Obviamente la conquiste, pasamos 11 meses juntas, ella seguía pegada en su relación con la ex, fue horrible lo que viví pero no me arrepiento. Ese día acompañándola hasta su casa, me dijo que ya no podíamos continuar, que tenía un nuevo empleo, que ahora no tendría tiempo, que dejáramos todo así. Como olvidar el charco de lágrimas que forme en el suelo, yo creía que la amaba, que moriría sin sus migajas y comenzó la historia de la botella y yo, yo y la botella.


Era mi primogénito, el primer despecho por una mujer, jamás había consumido tanto alcohol junto, como muchas despechadas en el ambiente me fui a mi bar preferido, bebí casi todo lo que había en la barra, llore y a todas las veía igual a ella. Ya al final de la noche decidí comprar una botella de Ron Cacique por cierto, nadie podía despegarme de ella, menos mal ese día andaba mi fiel amiga “ItaloColomboVenezolana La Niña”, pobre de ella, fuimos a parar a un apartamento de alguien, nadie recuerda cómo llegamos a ese lugar, me sostuvo para bajar las escaleras, limpio mi cara, me llevo a la cama, me compro comida, velo mi sueño y aguantó la lloradera del día después. 
Qué largo fue ese despecho, entre música corta venas y miles de botellas…

Recuerden vivir su despecho, duelo, dolor en el alma, último suspiro, antes de comenzar de nuevo.  De amor nadie muere…


La Comae 1

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