No olvido esa tarde lluviosa en un café
muy conocido de mi ciudad capital, allí estaba ella; una niña bellísima (La
portuguesita) cuando la vi me flecho, estaba soltera, pues la pareja de mi amiga ”Cocosette”
la había dejado. Resulta que la portuguesita no quería tener ningún tipo de
vínculo con una mujer (Carcajadas), ya no quería ser lesbiana. Desde ese
momento me convertí en un Don Juana, sin saber cómo era bien el asunto ese de
atacar a alguien, le pedí su correo y todas las mañanas le envía flores
virtuales, la segunda vez que la vi me dio su número y por supuesto yo religiosamente le
daba los buenos días, le deseaba buen provecho, maravillosa tarde, feliz noche,
descansa, hasta mañana.
De verdad que me gustaba mucho, el
corazón a mil por horas cada vez que la veía. Hicimos un grupo de 4, mi amiga,
su nueva novia, la ex de la nueva novia de mi amiga (la portuguesita) y yo.
Salíamos a todas partes juntas, nos quedábamos a dormir y era la gloria para
mí, amanecer tomadas de la mano, hablamos de todo y yo no me atrevía a decirle
que me gustaba. Sentía que no era el momento oportuno, me gastaba el sueldo
entero en obsequios, el día de su cumpleaños le regale un ramo gigante de rosas
rojas, con un peluche y bombones de chocolates (Endeudada por 3 meses), Risas.
Obviamente la conquiste, pasamos 11 meses
juntas, ella seguía pegada en su relación con la ex, fue horrible lo que viví
pero no me arrepiento. Ese día acompañándola hasta su casa, me dijo que ya no
podíamos continuar, que tenía un nuevo empleo, que ahora no tendría tiempo, que
dejáramos todo así. Como olvidar el charco de lágrimas que forme en el suelo,
yo creía que la amaba, que moriría sin sus migajas y comenzó la historia de la
botella y yo, yo y la botella.
Era mi primogénito, el primer despecho
por una mujer, jamás había consumido tanto alcohol junto, como muchas
despechadas en el ambiente me fui a mi bar preferido, bebí casi todo lo que
había en la barra, llore y a todas las veía igual a ella. Ya al final de la
noche decidí comprar una botella de Ron Cacique por cierto, nadie podía despegarme
de ella, menos mal ese día andaba mi fiel amiga “ItaloColomboVenezolana La
Niña”, pobre de ella, fuimos a parar a un apartamento de alguien, nadie
recuerda cómo llegamos a ese lugar, me sostuvo para bajar las escaleras, limpio
mi cara, me llevo a la cama, me compro comida, velo mi sueño y aguantó la
lloradera del día después.
Qué largo fue ese despecho, entre música corta
venas y miles de botellas…
Recuerden vivir su despecho, duelo, dolor
en el alma, último suspiro, antes de comenzar de nuevo. De amor nadie muere…
La Comae 1
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